LA CLAVE DE LA TEOSOFÍA
EXPOSICIÓN CLARA EN FORMA DE PREGUNTAS Y
RESPUESTAS DE LA ÉTICA, CIENCIA Y FILOSOFÍA
PARA CUYO ESTUDIO HA SIDO FUNDADA LA
SOCIEDAD TEOSÓFICA
Dedicada por H. P. B.
a todos sus discípulos
para que aprendan y puedan enseñar a su
vez.
(Parte 15)
LO ABSTRACTO Y LO CONCRETO
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Os ruego aclaréis algo más esa
diferencia.
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Es la Sociedad una
gran corporación de hombres y mujeres, compuesta de los más heterogéneos
elementos. La Teosofía en su significación abstracta es la Sabiduría Divina,
o la síntesis de la ciencia y sabiduría que sostienen el Universo, la
homogeneidad del eterno BIEN; y en su sentido concreto, sólo es la suma total
del mismo concedida al hombre por la Naturaleza en esta tierra. Algunos miembros se esfuerzan sinceramente en vivir de
verdad la Teosofía, objetivándola, por decirlo así; mientras que otros desean
solamente saber, sin practicar; y los hay también que han entrado en la
Sociedad únicamente por curiosidad o por un interés pasajero, o quizá porque
alguno de sus amigos formaba parte de ella. ¿Cómo puede juzgarse, por lo tanto,
el sistema con el criterio de los que quieren ostentar el nombre del mismo,
sin derecho alguno? ¿Hemos de juzgar a la poesía únicamente por los que
pretenden ser poetas y sólo hieren nuestros oídos? Sólo en sus objetos y motivos abstractos,
puede considerarse a la Sociedad como representación exterior de la Teosofía;
jamás podrá pretender ser su vehículo concreto, mientras todas las
debilidades e imperfecciones humanas se encuentren en ella; de otro modo, la
Sociedad no haría más que repetir el gran error y los sacrilegios de las
llamadas Iglesias de Cristo. Si se nos permite una comparación oriental,
diremos que la Teoso-fía es el Océano infinito de la verdad universal, del
amor y sabiduría que se refleja en la tierra, mientras que la Sociedad
Teosófica es tan sólo una burbuja visible de ese reflejo. La Teosofía es la
divina Naturaleza, visible e invisible, y la Sociedad que lleva su nombre la
humana naturaleza esforzándose en elevarse hasta la primera. La Teosofía, en
fin, es el sol fijo y eterno, y su Sociedad el cometa que trata de entrar en
órbita para convertirse en planeta, girando eternamente bajo la atracción del
sol de verdad. Fue formada para
ayudar a demostrar a los hombres que existe una cosa llamada Teosofía,
dándoles medios de alcanzarla elevándose hacia ella por el estudio y la
asimilación de sus eternas verdades.
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¿No dijisteis que no teníais
principios o doctrinas especiales?
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Y no los tenemos. La Sociedad no posee una sabiduría propia que defender o
enseñar. Es simplemente el receptáculo de todas las verdades emitidas por los
grandes videntes, iniciados y, profetas de las edades históricas y hasta
prehistóricas, al menos de tantos como puede reconocer. Es, por consiguiente,
tan sólo el órgano por el cual los fragmentos de la verdad, que se encuentran
en las acumuladas enseñanzas de los grandes Maestros del mundo, son recogidos
y expuestos a los hombres.
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Mas, ¿es semejante verdad imposible
de alcanzar fuera de la Sociedad? ¿No
aspira cada Iglesia a lo mismo?
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La innegable existencia de grandes iniciados verdaderos “Hijos de
Dios” demuestra que tal sabiduría ha sido alcanzada a menudo por individuos
aislados, aunque jamás sin la dirección de un Maestro. Pero muchos de los
discípulos, convertidos a su vez en instructores, han reducido la
universalidad de las enseñanzas a la medida de sus propios dogmas sectarios.
Los mandamientos de un solo Maestro elegido fueron adoptados y seguidos, con
exclusión de todos los demás (si es que fueron seguidos, téngase esto en cuenta, como
sucede con el Sermón de la Montaña). Cada religión es, por
lo tanto, un fragmento de la verdad divina, que alumbra un vasto panorama de
la humana fantasía, y pretende representar y reemplazar a aquella verdad.
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¿Pero decís que la Teosofía no es
una religión?
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Claro que no, puesto
que es la esencia de toda religión y absoluta verdad, una gota de la cual
alimenta a cada credo. Empleando de nuevo una metáfora, diremos que la Teosofía
en la tierra es como el rayo blanco del espectro solar, y cada religión es
solamente uno de los siete colores prismáticos. Ignorando a todos, los demás
y tachándolos de falsos, no sólo reivindica a cada rayo de color la prioridad,
sino que sostiene que es el rayo blanco mismo, y anatematiza hasta sus
mismos matices, desde los claros hasta los oscuros, como herejías. Sin
embargo, como el sol de la verdad se eleva, cada vez más en el horizonte de
la percepción del hombre, y en cada rayo de color se desvanece gradualmente
hasta que, por último, es, reabsorbido, no será ya al fin atormentada la
humanidad con polarizaciones artificiales, sino que podrá gozar de la pura y
blanca luz de la verdad eterna. Y
ésta será la Teosofía.
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¿Pretendéis, pues, que todas lo
grandes religiones derivan de la Teosofía, y que por la asimilación de sus
doctrinas, el mundo podrá al fin salvarse de sus grandes ilusiones y errores?
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Precisamente. Y
agregamos que nuestra Sociedad Teosófica es la humilde semilla que, si se
riega y deja vivir, ha de producir al fin el Árbol del Conocimiento del Bien
y del Mal, que está injertado en el Árbol de la Vida Eterna. Porque
únicamente estudiando las grandes religiones y filosofías de la humanidad, comparándolas
desapasionadamente y con ánimo libre de prejuicios, es como pueden los
hombres conseguir la verdad. Especialmente describiendo sus varios puntos de
conformidad es como podremos conseguir el resultado apetecido. Siempre que
hemos llegado (sea por el estudio, sea porque nos
lo ha enseñado alguno que sabe) a comprender la significación íntima de Religiones y
Filosofías, encontramos, casi en todos los casos, que expresan alguna gran
verdad de la Naturaleza.
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Hemos oído hablar de que existió una
Edad de Oro, y lo que describís sería una Edad de Oro realizable en el porvenir.
¿Cuándo llegará?
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No antes que la
humanidad entera la necesite. Una máxima de la obra persa Javidan Khirad dice: “La verdad es de dos clases: una, manifiesta y evidente
de por sí, y la otra requiere constantemente nuevas pruebas y demostraciones”. Únicamente cuando
esta última clase de verdad se convierta en una evidencia tan universal y
obvia como hoy es oscura (y, por consiguiente, sujeta a ser alterada por el
sofisma y la casuística); sólo cuando esas dos clases de verdad vuelvan a
fundirse de nuevo, podrá conseguirse la unidad de creencias en los hombres.
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Más, seguramente, aquellos pocos que
sintieron la necesidad de tales verdades han tenido que optar por una
creencia definida cualquiera. Decíais que no teniendo la Sociedad doctrinas
propias, queda cada miembro en libertad de creer lo que le parezca y aceptar
aquello que le convenga. Parece que la Sociedad se ha propuesto resucitar la confusión
de lenguas y creencias de la antigua Torre de Babel. ¿No tenéis creencias
comunes?
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Decir que la Sociedad
no tiene doctrinas o creencia propias o particulares significa que no son obligatorias
en sus miembros creencias o doctrinas especiales; pero es claro que esto sólo se refiere a la Sociedad en general.
Está dividida, como ya dijimos, en externa e interna. Los que a esta última
pertenecen, poseen naturalmente una filosofía o –si preferís– un sistema
religioso propio.
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¿Podemos saber en qué consiste?
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No hacemos secreto de
ello. Fue bosquejado hace pocos años en The Theosophist y El Buddhismo
Esotérico, y se encontrará aún
más desarrollado en La Doctrina Secreta. Se funda en la filosofía más
antigua del mundo llamada Religión de la Sabiduría o Doctrina Arcaica.
Podéis hacer las
preguntas que tengáis por conveniente y os serán contestadas.
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